lunes, 12 de septiembre de 2016

Armonía Arrnold Schoenberg

C
on la intención de imitar a la naturaleza, el hombre comenzó a crear sonidos que ahora llamamos música y por ello esta disciplina se tornó en cada época más compleja. Esto hiso que la comenzáramos a estudiar de una forma más detallada indagando y haciendo una observación más exhaustiva hacia este arte, pero esto no quiere decir que gracias a una mejor observación planteemos mejores hipótesis, por el contrario, de una hipótesis errónea se pueden llegar a mejores conclusiones. Este capítulo alienta a dejar un poco de lado la observación y comenzar a hacer hipótesis que más tarde se convertirán en investigaciones ya que los más grandes avances tecnológicos y científicos no son específicamente gracias a una observación constante y detallada, sino a una hipótesis que más tarde se convertiría en un hecho comprobado científicamente por medio de la experimentación. Aunque es cierto que para sacar hipótesis se necesita aun lo más mínimo de observación, porque es difícil plantear problemas sin saber el contexto de la situación.  Con respecto a la música, a esta le falta poco para convertirse en ciencia debido a que todas las expresiones musicales están estrechamente relacionadas con disciplinas científicas como la física, la sociología, la química, matemáticas, y muchas otras, pero hay algo que la música conserva y que la transforma en arte. Esto es la capacidad de conmover y hacer sentir al espectador, un hecho que fácilmente cambia toda la historia y nuestra forma de ver la música.
Shopenhauer plantea en su teoría de los colores que cada color es un fenómeno fisiológico y radica por separado en cada ser. Cuando iba en primer año de CEDART la Profesora de artes plásticas nos envió al museo de la luz. Aquí comencé a reflexionar como es que percibimos los colores y que dependiendo de nuestro contexto histórico y cultural la obra que apreciemos puede llegar hasta nosotros o simplemente quedarse como otra propaganda o anuncio de los que vemos en la calle. Pero en la música es difiérete, ya que si escuchamos un acorde mayor, todos los que estemos cerca nos generara una sensación de estabilidad, de equilibrio o de “armonía”. Nos sucederá lo contrario en cuanto percibamos un acorde que contenga un tritono, algún acorde disminuido o aumentado o cualquier sucesión de notas a la que pueda llamarse disonante. Esto nos podría llevar a pesar que no importa la nota que toquemos, sino qué relación tiene esta con las anteriores. Al parecer la música no parte del individuo, como podría suceder con las artes plásticas, sino que esta es un estímulo externo que llega a nosotros aunque no estemos de acuerdo. Es cierto que algunas piezas pueden llegar a simpatizarnos más, pero esto no deja de lado el hecho que la música la entendamos todos casi por igual.
Es peligroso basar las suposiciones en sensaciones y tomarlos como hechos, pero en el caso de la música advierte que esto es lo que hacemos con más frecuencia. Solo basta que nos suene armónico para que lo consideremos correcto, cuando podríamos estar en un error, tal es el caso des sistema temperado, el cual es el más cómodo acorde a nuestras necesidades, pero no significa que sea el sistema más específico y detallado que exista. Incluso podríamos decir que los sistemas de algunas comunidades rurales o pueblos antiguos, que a nosotros nos suena primitivo y sin sentido, pero ellos podrían estar más cerca de tener la premoción que nosotros estamos buscando. Solo que existe un inconveniente, y es que si nos diéramos cuenta de que un sistema de afinación distinto al que actualmente ocupamos se vea sumergido en la precisión absoluta y lo estandarizáramos como la nueva afinación mundial, probablemente no nos sentiríamos cómodos con ello debido q que ya estamos acostumbrados al sistema temperado, este que nos hace sentir que la música ya es perfecta y que con solo 12 semitonos podemos hacer y desarrollar un número infinito de proyectos. Por eso este capítulo expresa que lo importante es basarse en suposiciones que nos hagan sentir bien, que para nosotros nos tengan sentido y coherencia.
La teoría de los armónicos superiores, que probablemente no sea la más precisa porque ya ha sido puesta en duda en más de una ocasión, pero es algo que tiene coherencia para mí, consiste en que todas las notas poseen sonidos concomitantes de los cuales se desprende la escala mayor que conocemos actualmente y de la que más hacemos uso. La consonancia, según esta teoría radica en que a partir de la nota fundamental, que es la que tiene mayor carga energética y por lo tanto se escucha más fuerte, tiene como armónicos más cercanos a los sonidos consonantes; esto quiere decir que después de la tónica, los sonidos que más se escuchan son las notas con las que la nota fundamental se escucha mejor. Por el contrario, los sonidos que no coinciden aparentemente con la tónica (disonantes) también pertenecen a la sucesión de armónicos que se escuchan al tocar cierta nota en algún instrumento, pero la diferencia es que estos sonidos están a un volumen inferior a comparación con las notas consonantes. En otras palabras esto quiere decir que a partir de ciertos armónicos los sonidos se tornan menos audibles, las notas disonantes se vuelven casi imperceptibles de manera consiente y los primeros son más familiares al oído por esto los siguientes se vuelven extraños e irreconocibles por su volumen. Esa es la razón de que existan algunos sonidos que aparentemente queden mejor equilibrados con otros. Todos estos sonidos concomitantes o parciales contribuyen a la sonoridad de una nota, mientras que los consonantes afectan la percepción del tono que se tiene, los disonantes al ser casi imperceptibles, afectan el timbre de la fundamental. 
El término consonancia y disonancia es incorrecto debido a que estas dos palabras plantea una  antítesis, en contraste con los armónicos, los cuales no suponen ser contrarios ni objetos que se repelen, sino diferentes partes de un mismo sonido.
Consonancia: sonidos que se relacionan más cercanamente con la nota fundamental
Disonancia: sonidos más alejados y complejos
AL final, la consonancia se entiende como un reposo para nuestros oídos, algo agradable y duradero que platea un equilibrio por el hecho de que es familiar a lo que escuchamos. Por el contrario las notas disonantes plantean una situación de tención o conflicto el cual necesita ser resuelto. Ambas partes son necesarias en una composición ya que sin alguna de estas dos se puede obtener una obra aburrida, que no plantea da interesante y que únicamente se desplaza en un entorno muy limitado, o por el contrario, podríamos obtener algo catastrófico que no tenga sentido para nosotros.
A continuación se muestran el orden de los armónicos con respecto a la fundamentas y como estos se tornan cada vez más disonantes. Por obvias razones el sonido más consonante y parsimonioso que se puede encontrar con respecto a una tónica es el unísono, del que se desprende la octava, seguida por la quinta y después la tercera mayor. La cuarta mayor podría suponer una quita pero inversa de manera descendente por lo que se considera como consonante imperfecta al igual que la 3°m, la 6°M y la 6°m. Los únicos sonidos disonantes son la segunda y la séptima.




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